“Eco era una ninfa que vivía en el bosque. Ella tenía una hermosa y dulce voz y le encantaba conversar. En su elocuencia, Eco quería tener siempre la última palabra.
Un día la diosa Hera castigó a Eco por haberla engañado, y furiosa le dijo:
– A partir de este momento no podrás hablar lo que desees y como te gusta tener la última palabra, solo repetirás la última palabra que escuches…
Un día caminando por el bosque Eco conoció a Narciso, un pastor joven y guapo del cual todas las ninfas estaban enamoradas,pero él las rechazaba.
Eco se enamoró profundamente de él y decidió seguirlo por el bosque.
D e pronto, Narciso escuchó un ruido entre las ramas y preguntó:
– ¿Hay alguien ahí?
– Ahí – dijo Eco.
– Ven- gritó Narciso.
– Ven – repitió Eco.
Y cuando se encontraron, Eco abrazó a Narciso y este la rechazó tal y como estaba acostumbrado.
La diosa Némesis castigó a Narciso, y mientras este bebía agua de un manantial cristalino, pudo ver su imagen. Pensó que su reflejo era un ser real y se enamoró profundamente de él mismo.
Ya no le importó nada más, permaneciendo allí por temor a perder su imagen. Poco a poco Narciso fue transformándose en una hermosa flor.
Eco se refugió en las cuevas y en las cimas de las montañas, donde su cuerpo físico desapareció por la inanición, quedando solo su voz, que repite siempre la última palabra dicha por cualquier persona”.
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