lunes, 8 de mayo de 2006

DIA MUNDIAL DE LA CRUZ ROJA

Anochecía, los soldados heridos trataban desesperados de respirar el aire viciado por el calor tórrido y el polvo, con voces cada vez más débiles imploraban auxilio. Al lado de algunos heridos, militares amigos se habían arrodillado, pero era muy poca la ayuda que les podían prestar para aliviar sus sufrimientos, pues carecían de medicamentos, víveres y agua. Sólo podían estrechar las manos de los moribundos entre las suyas y consolar los lo mejor posible.
Era el 24 de junio de 1859, los ejércitos del imperio austríaco y de la alianza francosarda acababan de librar una batalla, en Solferino, un pueblo al norte de Italia, donde participaron 300 000 soldados y resultaron muertos o heridos 40 000 de ellos. La carnicería había durado 16 horas.
Tales desgracias eran normales, después de una horrible matanza en una batalla anterior, un general famoso, encogiéndose de hombros, dijo lleno de resignación: "No se hacen tortillas sin romper huevos".
Pero en Solferino estuvo presente un civil, un comerciante que había ido a Italia en viaje de negocios. Lo que presenció en Solferino cambió su vida y la de millones de personas. Del horror que produjo en él, ese espectáculo de caos y dolor, surgiría más tarde el movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Su nombre era Henry Dunant.
Dunant nació en Suiza, en la ciudad de Ginebra, el 8 de mayo de 1828 en el seno de una familia religiosa y que se dedicaba más a realizar obras caritativas que a acumular riquezas. A los 18 años, Dunant ya era hombre serio y ferviente devoto.
Su compasión por los menesterosos lo llevó a ingresar en la "Liga de las Almas", cuyos miembros se dedicaban a socorrer espiritual y materialmente a los pobres y enfermos de Ginebra.
Luego de presenciar la batalla de Solferino y de brindar su ayuda durante varios días a los heridos en combate, la idea de que tanta desgracia se podía evitar, no se apartaba de la mente de Dunant y llegó a la conclusión de que la única forma de estar en paz consigo mismo era escribir sobre el horror del que había sido testigo......
si quereis continuar leyendo, pinchar este
enlace .
Aunque en ese enlace no dice que fue masón ni que se basó en los estudios de una enfermera muy importante de la historia de la enfermería; Florence Nightingale



Cruz Roja

2 comentarios:

isis dijo...

el mundo no estaría tan perdido, si hubiera más personas con tanta iniciativa y valores como él.(aunque mientras esperamos que todo mejore, los angelitos llamados enfermeras nos cuidarán)

bsitos**

Anónimo dijo...

Anoche pusieron en la 2 una película sobre el nacimiento de la Cruz Roja.

"No se puede hacer una tortilla sin romper huevos". Si me pagaran unos eurillos por cada una de las veces que he dicho esa frase ultimamente........