martes, 18 de abril de 2023

Investigadores del CSIC hallan las primeras representaciones humanas de Tarteso

    Parece que por fin empiezan a salir cosas que expliquen nuestro origen...ojalá nuestro país diera más valor a sus restos arqueológicos y no terminen bajo hormigón...eso es lo que está dificultando conocer nuestra historia.

    


¿Cómo ha sido el descubrimiento?


    El equipo de Construyendo Tarteso, un proyecto de la Agencia Estatal de Investigación que comenzó su primera campaña de excavación en 2015, en el yacimiento de Casas del Turuñuelo ubicado en las Vegas Altas del Guadiana, se encuentra actualmente inmerso en la V campaña de excavación.

    La última semana de febrero, uno de los trabajadores del yacimiento de Casas del Turuñuelo desenterró una pieza de piedra. Una más de las muchas que los arqueólogos encuentran en cada campaña de trabajo en este asentamiento tartésico. Creyó que se trataba de la pezuña de un animal. Y así, con esa sensación, se la entregó a uno de los arqueólogos de la excavación.

    Cuando Pedro Miguel Naranjo tuvo la pieza en su mano y se encaminó hacia el laboratorio para entregársela a Esther Rodríguez, una de las directoras del proyecto Construyendo Tarteso, notó algo diferente: “¡Un ojo! ¡Una boca!”, fue la reacción emocionada de Naranjo. Así lo relata Esther Rodríguez a República. Fue la primera pieza de un puzzle fabuloso que día tras día se fue completando y que, por primera vez, mostraba el rostro, si quiera idealizado, de lo fue la población de Tartesia, un universo entre el mito y la historia.

Los pendientes de Casas de Turuñuelo


    El yacimiento de Casas del Turuñuelo se ubica en Guareña, Badajoz. En el sector este, en un área por la que se accede al patio donde hace un año se documentó una hecatombe -un sacrificio masivo de animales, en este caso caballos, el más grande que se ha documentado hasta la fecha en el Mediterráneo occidental-, hay una habitación que se empezó a excavar durante la campaña de 2022.



    Esther Rodríguez explica que al inicio de la campaña actual -que concluye la próxima semana- continuaron por ese espacio. Para poder publicar los estudios es condición sine qua non que el área de análisis esté excavada al completo. “No sabíamos si quedaba un metro cuadrado u ocho o nueve, como ha sido finalmente”. Allí en esa zona, empezaron a aparecer estas piedras que son rostros.

    En el yacimiento se encontraron en su momentos los pies de una figura humana. De una estatua. A la que llaman piecitos. Resultó ser una estatua de procedencia griega. Sin embargo, pese a las dudas iniciales, los investigadores han confirmado que estos relieves antropomorfos son tartésicos.


    Los nuevos relieves, sin embargo, corresponden a una factura completamente diferente; nada tiene que ver con ese mármol griego descubierto en el patio del yacimiento.

    Hubo, cierto, dudas. Al principio se pensó en que podrían ser, por la sonrisa, figuras griegas arcaicas. Kuroi o Korai provenientes de alguna ciudad-estado de la Grecia antigua.

    Sin embargo, un detalle clave condujo a la conclusión de que se trataba de esculturas autóctonas, de origen tartésico. Las mujeres lucen unos pendientes. Pero no unos pendientes cualquiera. Son arracadas que coinciden al milímetros con las arracadas halladas en los tesoros tartésicos descubiertos hace ya lustros.

    Tartesia fue una zona de minería, con yacimientos de plata, oro, estaño que atrajeron a los fenicios en las últimas etapas de la Edad del Bronce y la primera Edad del Hierro.

    Los investigadores de Casas del Turuñuelo, explica Esther Rodríguez, comprobaron cómo las arracadas de los relieves femeninos son iguales a las piezas de orfebrería de tesoros tartésicos hallados en Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) o Aliseda (Cáceres). “Hasta los cierres, los pasadores, son iguales”, dice.

    Hasta el momento, estas piezas de oro solo se conocían a través de los hallazgos realizados en enclaves como el yacimiento de Cancho Roano o dentro del conjunto que conforma el tesoro de Aliseda, un ajuar funerario tartésico hallado en Cáceres. Dada la calidad técnica y el detalle artístico con el que fueron elaboradas, parece que se trata de la representación de dos divinidades femeninas del panteón tartésico. Sin embargo, los investigadores no descartan que se trate de personajes destacados de la sociedad tartésica.



    Junto a las dos figuras femeninas, se han recuperado otros fragmentos de relieves. Estos pertenecen, al menos, a otros tres individuos, uno de ellos identificado como un guerrero al conservarse parte del casco.

La sonrisa

    Pero algo que llama muchísimo la atención de las figuras ahora presentadas en sociedad es su sonrisa. Incluso sus ojos almendrados. La mente lleva de inmediato, y así lo reconoce la directora del proyecto, a pensar en la llamada “sonrisa arcaica” de figuras del arte griego como el Moscóforo o el jinete Rampín, ambas del siglo VI a.C.  Incluso, a la “sonrisa etrusca”, cuyo paradigma es, quizá, el sarcófago de los esposo de Villa Julia, también del VI a.C.



    “Sin duda las figuras tienen ese refinamiento oriental y pensamos en eso”, admite Rodríguez. Los pendientes han sido, sin embargo, clave para ubicar las piezas con precisión en un universo propio. Que fuera un artista de Tartesia o llegado de cualquier colonia del Mediterráneo es un enigma. Uno más de los muchos que quedan por descifrar.

 Este extraordinario hallazgo supone un profundo cambio de paradigma en la interpretación de Tarteso, considerada tradicionalmente como una cultura anicónica por representar la divinidad a través de motivos animales o vegetales y betilos (piedras sagradas) ya que  Hasta ahora la iconografía tartésica descubierta en marfiles, bronces u orfebrería era animal o vegetal.    

 Estos relieves no sólo cambian el paradigma, sino que harán pensar en la cultura de Tartesia de otra manera. Así, el hallazgo no hace sino incidir aún más tanto en la importancia del yacimiento como en la transcendencia de la cultura tartésica en el valle del Guadiana durante sus últimos momentos.


    Hay un elemento imprescindible para los investigadores con el que aún no se cuenta: documentos epigráficos. Hay un signario (un alfabeto, para simplificar), pero no se ha podido descifrar.

La piedra


    Lo primero que harán los investigadores será determinar el tipo de piedra empleadas en estas representaciones -a la espera del informe geológico se cree que se trata de una calcarenita, una piedra blanda de color grisáceo- y, sobre todo, de qué zona procede.

El Yacimiento de Casas del Turuñuelo


    El yacimiento de Casas del Turuñuelo se ha convertido, tras las cinco campañas de excavación realizadas hasta ahora, en uno de los centros más importantes para investigar y estudiar la cultura de Tartesia.  En esta campaña, los trabajos se centran en el sector Este del yacimiento ya que, tras el trabajo realizado en 2022, el objetivo actual es intentar localizar el punto de acceso: la fachada del edificio. Al ser construcciones que siguen un patrón oriental, habitualmente se orientan hacia el este, es decir, hacia la salida del sol. Además, se intenta descubrir si existe una simetría con el patio o si podría existir una puerta que comunicase directamente con dicho espacio.

    
    El edificio que se excava es la construcción en tierra mejor conservada del Mediterráneo Occidental. Conserva las dos plantas, se puede caminar por ellas y esto permite a los investigadores estudiar las técnicas empleadas para construirlo y las soluciones arquitectónicas a las que se recurrió, jamás documentadas en otros asentamientos tartésicos. 

   Su excelente estado de conservación, la conservación de alzados de adobe de hasta cinco metros de altura, permite documentar técnicas constructivas y soluciones arquitectónicas que hasta la fecha no se habían documentado en un yacimiento tartésico. Un ejemplo es la posible existencia de una bóveda que cubría una de sus estancias principales o el uso del mortero de cal, en este caso, para fabricar los sillares de los peldaños inferiores de la escalera.


  
    Este yacimiento fue destruido por la propia población. Destruido e incendiado. Hasta el punto de que el color oscuro de uno de los rostros femeninos presentados esta semana se debe al efecto del fuego. Ha sido bautizado por el equipo como La Moreneta. Se sabe del incendio del yacimiento por el nivel del fuego, que alcanzó techumbres, suelos, maderas; afectó a semillas e incluso, debido a las altas temperaturas de las llamas, llegó a vidriar algunas piezas de cerámica o ladrillos, explica Esther Rodríguez. Y, ¿por qué lo hacían? "En el abandono final del edificio, de su clausura, el incendio forma parte de ese ritual de destrucción. Hasta ahora esa es la hipótesis que manejamos".

    

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