miércoles, 7 de junio de 2023

Las cosas que marcan I: El colegio

Kate Bush - Running up that girl

    Hoy no voy a hablar de lo buena que era de niña, obediente; mi madre me decía quédate aquí, y ahí me quedaba hasta nueva orden... cariñosa, silenciosa, cuidadosa, estudiosa, responsable e imaginativa...  aprendí pronto a leer porque me frustraba no entender lo que aparecía en el papel... pasaba el día dibujando, fantaseando con hadas y gnomos, jugando con perros y gatos, o con mi amiga invisible... 


   

    Tampoco de las clases de ballet a las que dejé de ir cuando Amy (mi hermana 6 años mayor) dejó de ir con la edad del pavo (era la que me llevaba) pese a que el profesor le decía que se me daba bien y que era una pena que lo dejara... 

    O de que llevaba bocadillos de lechuga y ketchup al colegio porque no quería comer animales.

    Hoy tengo ganas de escribir sobre mi lado salvaje... el de la niña pequeña que cuando llegaba al trabajo de su madre se descalzaba y quitaba la ropa para coger un palo y "defender" el territorio... o desnuda por el patio que se metía en la fuente una y otra vez,  la que disfrutaba amasando el barro de la tierra mojada por la lluvia, para hacer casas a las hormigas y los gnomos, la que se comía los tallos de las vinagretas y chupaba flores de madreselva...


 ...o el de la niña que congeniaba más con lo niños que con las niñas...


     No tengo claro cuándo ni cómo ocurrió exactamente esa afinidad por los juegos de los niños, pero quizá porque mis primeros amigos fueron dos niños un año menor y una niña (que al poco se fue a otra ciudad), más tarde se unió la hermana de uno de los amigos, y éramos los 4 la pandilla que siempre jugaba, y a la que de vez en cuando se unían otros niños (chicos), íbamos juntos a todas partes, de casa en casa... antes no era como ahora, antes estábamos en la calle todos, "vigilados" por los vecinos del pueblo.

    Recuerdo desear los juguetes de mis amigos; playmobil, unos indios y vaqueros de plástico monocromo, coches, scalextric, exin castillos etc.

    Sin embargo lo que me regalaban eran bebés (que no me gustaban), pin y pon (esos sí me gustaban, montaba ciudades chulísimas) y barbies (estaban bien, pero odiaba que todas fueran rubias de ojos azules)... y siempre me quedaba con las ganas, tampoco es que mi madre pudiera hacer muchos regalos, nuestra economía no era buena.

    Por circunstancias familiares, mi infancia también fue extraña, como ya he comentado alguna vez, pasaba mucho tiempo sola en casa desde muy pequeña, aumentando poderosamente mi imaginación... y un día ocurrió algo que nunca podría esperar... en una feria (yo tenía unos 8 años) mi madre, que sabía que no me gustaban mucho las atracciones, decidió llevarme a un puesto para disparar... me enseñó cómo hacerlo, primero con las bolas consiguiendo chicles, se me daba bien, y entonces dio un paso más y me enseñó a tirar a los palillos...

    Sentí que había descubierto un mundo, fui consciente de que tenía buena puntería, y aquello fue una tradición todas las ferias... la madre con su hija que va al puesto a tirar y el tendero, ingenuo, le da la escopeta buena y con la boca abierta ve cómo lo despluman... y al día siguiente volvíamos, pero esta vez nos las daba trucada... primer tiro y fallo... IMPOSIBLE, me fijaba hacia dónde se había desviado el tiro y... ¿me deja un palillo?... y tal como mi madre me enseñó, lo rompía, con él corregía la mira y volvía a la carga...

    Tengo una foto de esas que disparas al barril y te hace la foto, fue en el primer disparo, mi familia aparece cada uno a lo suyo porque no lo esperaba... y mi padre, que nunca me había visto disparar se sorprendió, y se picó, porque él, que había estado en un club de tiro no podía ser menos.... y allí estuvimos no sé cuánto tiempo esperando, tiro tras tiro, a que mi padre acertara (en la foto aparezco con la mano apoyada en la cara aburrida ya).

    En el club de tiro mi hermana Jo disparaba (sin mucho éxito) una parabellum, me flipaba verlos con las gafas y protectores de oído disparando a la diana... pero nunca me dejaron disparar....

   

 Por aquel entonces quería tener entrenamiento militar, 

y veía injusto que "la mili" sólo fuera para hombres,

¡yo quería hacerla!


      Cuando fui consciente de mi puntería se unió el hambre con las ganas de comer... y como evidentemente no iba a tener entrenamiento militar, pensé en tener "habilidades de espía" jajajaja, aprendí a caminar sigilosa como un gato, agazaparme, saltar, trepar, ocultarme, mejorar mis reflejos... tenía plena consciencia de los movimientos de mi cuerpo y me imaginaba vistiendo de negro como las espías rusas de las películas de James Bond (nada de mujeres rescatadas) y disfrutando de esa idea dejaba volar la imaginación... 

    Abría todas las cerraduras de los diarios y cajitas secretas de mis hermanas con una horquilla, los candados numéricos tampoco se me resistían... hasta que los vecinos de la comunidad donde mi madre tenía su negocio protestaron...

    Y realmente se me daba bien, cuando jugaba con los niños se notaba, era la mejor tirando piedras, allí donde quería lanzar, ahí daba... hasta que se me ocurrió lanzarla a la frente de un niño, eso tuvo consecuencias, mi madre recibió las quejas de la otra madre y me prohibió lanzar más piedras...  cuando eres niño no eres consciente del peligro...

    Esa falta de consciencia era la que me hacía no temer subir a los árboles primero y a los tejados después...  era ágil, con buenos reflejos (se me daba muy bien jugar al balón prisionero), fuerte, muy fuerte (siempre se me han marcado los abdominales) y rápida, aunque el asma me limitaba la resistencia, en los sprint era muy buena, nunca me cogían cuando me perseguían y yo siempre los cazaba... empezaba a destacar sobre los demás niños en el juego y se sentían heridos en el orgullo, por lo que me hacían alguna trastada hasta que me enfadaban, y al que fuera lo cogía de la nuca, lo tiraba con la cara al suelo y me sentaba encima hasta que me prometiera que me dejaría en paz...


  

    Fui creciendo jugando a los vaqueros, Indiana Jones, perseguir y capturar, encerrar en cárceles, crecí siendo "Stefi Graf" al tenis (no me dejaban ser Arancha) o Butragueño (aunque no me gustase el fútbol), viendo la serie de "V", los Fraggle Rock o David el Gnomo...

    Pero entonces llegó Candy Candy.... ella era como yo (al principio), subiendo árboles, siendo chica/chico... y luego el culebrón que hizo "enamorarme " también de Anthony, (que en realidad era el niño de otro curso que me gustaba desde que estaba en párvulos). 

    Empecé a tener una amiga del alma, yo era Candy (fuerte y rubia) ella era Annie (morena y delicada).... empecé a jugar menos con niños porque esta amiga no era de jugar con niños.... 

    Leía mucho... cosas de ciencia, de historia antigua, de astronomía... me encantaba la astronomía, pasaba horas mirando el cielo... en invierno siempre me parecía más bonito... comencé a tener una conciencia ecológica que nadie a mi alrededor tenía... cada vez prefería más las conversaciones de los adultos que la de los niños....

  Hacía redacciones en clase sobre ecologismo (alertando sobre la capa de ozono y demás) y astronomía (quasares, púlsares) y lo que encartara, que terminaban colgados en el tablón de anuncios del colegio para que todos lo leyeran, ganaba los concursos de dibujo, jugaba al ajedrez... 
    
    En los últimos cursos mi cuerpo comenzaba a cambiar, ya no era tan fuerte, el pelo empezó a ondularse y oscurecerse un poco, mi cuerpo empezaba a parecerse al de una mujer y ocultaba mi pecho apretándolo bajo un cinturón negro de mi hermana (una cinta elástica ancha) porque me daba vergüenza.... 

    Devoraba libros de fantasía, me encantaban las películas de Star Trek y me conocía de memoria los diálogos de la guerra de las galaxias (y su BSO), y también las pelis del oeste. 

    Descubrí los cómics (manga), aunque a mi pueblo llegaban pocos y tampoco podía permitirme seguirlos, pero alguno suelto caía... más tarde Crying Freeman me marcó, me ruborizaba y despertó mis sentidos.

    En octavo me dejó de gustar el niño de párvulos y no me gustaba nadie, "Shiryu", el caballero del dragón (caballeros del zodiaco), con su pelo largo y negro azabache pasó a ser mi prototipo de chico.

    No recuerdo cuando o por qué ocurrió... sería en el último curso de la EGB, algunos niños de mi clase (pijos) empezaron a reírse de mí, no sabía el motivo, pero ser bajita y no llevar "levis" tenía algo que ver... yo intentaba agradar, pero de nada servía.... cada vez las burlas eran más crueles (me llegaron a meter en un contenedor de basura), pero en aquel entonces no se hablaba de bulling y no dije nada (en casa ya había bastantes problemas con mi padre).

Y empecé a ser más retraída...
más ensimismada en mi mundo...
aislándome cada vez más...
sintiéndome como la mierda...
hasta el punto de desear morir.


    Mientras tanto, en esa época te hacían un test de inteligencia para saber si ibas a FP o al instituto... el tutor le dijo a mi madre que podía estudiar lo que yo quisiera... (un C.I de 130 con capacidades para muchas cosas). Y llegó la hora de marchar al instituto.

    Lo que viene después es otra historia...




Ahora sólo soy una madre despistada...
que llega del colegio con el vestido empapado...
porque se le ha olvidado coger el paraguas.

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