sábado, 20 de enero de 2024

Los duelos no autorizados

Knockin' On Heaven's Door - Guns N' Roses


"Perdón por no haberte abrazado más fuerte...
pensé que te volvería a ver."

     Esta es una entrada que pensaba escribir hace bastante tiempo, hablar de la soledad que se siente cuando sufres una pérdida que no es entendida o conocida por los demás... sé bien de lo que hablo porque lo he vivido más veces de lo que hubiera deseado.... 

    Si ya de por sí, sobrellevar el duelo de la pérdida es doloroso, la incomprensión, el desconocimiento o la minimización por parte de los demás, hace que el dolor te lo guardes y no compartas tu pena, añadiendo una dificultad más al proceso de sanar las heridas... 

    Un duelo bien elaborado puede tardar hasta dos años en resolverse, pero si no ha sido el caso, deriva en un duelo disfuncional o patológico que acaba en depresión y muchos otros problemas... 

    No voy a hablar en concreto de los míos, si conocéis el blog, os lo podréis imaginar... y quizás, también os veáis reflejados en alguno de ellos.

    Slán go foil

    LDB



EL DUELO NO AUTORIZADO

    La pérdida de un ser querido es uno de los eventos más traumáticos a los que nos podemos enfrentar en nuestra vida.

    El duelo es una respuesta natural ante la “pérdida” (la muerte no es lo único que genera un duelo) de algo o de alguien que tiene un gran valor en nuestras vidas, es el precio que pagamos por vincularnos a otras personas creando relaciones que nos aportan felicidad.

    Ante esta situación de trauma o pérdida, necesitamos contacto personal, un contacto determinante para la supervivencia emocional. Si la persona vive su duelo en soledad, este evento no se integrará de forma adecuada en la memoria emocional, lo que puede conllevar complicaciones del mismo como depresión, ansiedad o estrés postraumático.

¿Qué es el duelo desautorizado y por qué se produce?


    El duelo desautorizado, prohibido o silente, es aquel no se pueden manifestar abiertamente, que nosotros mismos, el entorno o la sociedad en la que vivimos nos niega (quitando el derecho a sufrir por determinadas pérdidas) o nos fuerza a no expresar de la forma en que necesitaríamos.

    El duelo desautorizado es tan doloroso y válido como cualquier otro, aunque experimentarlo puede resultar aún más desafiante que un duelo “legítimo”.


    Una de las facetas más complicadas de este tipo de duelo es la falta de apoyo de los demás, las personas deben sufrir a solas y, en muchos casos, hasta esconder sus manifestaciones de dolor, no pudiendo hablar de la pérdida o encontrar consuelo en personas cercanas, porque el dolor será invalidado o minimizado. Esto puede agudizar los sentimientos de aislamiento, soledad y depresión.

    Esta dificultad para expresar las emociones y legitimar el sufrimiento hace que los duelos no autorizados sean más complicados de sobrellevar y de resolver.

    Dentro de estos duelos no reconocidos se encuentran los siguientes:

A. RELACIONADOS CON LA MUERTE:

1. LA RELACIÓN NO ES RECONOCIDA:

    Socialmente se reconoce como doliente a quien tenía un grado de parentesco con el fallecido, aunque su nivel de relación fuese distante.

    Pero en general, no se reconoce como pérdida socialmente significativa, la muerte de un ser querido que ha sido significativo en tu vida, pero con quien no se comparte parentesco (por muy estrecho que fuese su grado de intimidad).

    Como la pérdida de amigos, vecinos, maestros o personas significativas de nuestro pasado con la que actualmente no mantenemos una relación, pero que han sido muy importantes en nuestra vida.

    Otras veces, somos nosotros los que no nos permitimos mostrar nuestro dolor ante una muerte, en especial si el vínculo con la persona fallecida no estaba reconocido socialmente, como en las relaciones prohibidas, en este caso, los duelos no autorizados se deben a que este tipo de relaciones se consideran proscritas, inmorales o no tolerables, algunos ejemplos:

    El duelo de una ex pareja anterior, puede surgir el conflicto de estar traicionando a su pareja, algo así como “si tengo sentimientos por aquella ex pareja es porque no siento amor por mi pareja actual”.

    El duelo por la muerte del amante. Se parte de la idea de que el dolor legítimo es el de la esposa o el esposo, no el de esa tercera persona que estaba entre los dos. Aún así, ese tercero sufre y tiene derecho a su dolor.

    En sociedades que condenan la homosexualidad, el fallecimiento de uno de los dos miembros de una pareja del mismo género que ha sobrellevado su relación de manera completamente invisible a ojos de los demás.

    Eso implica que el sobreviviente se enfrentará a un duelo prohibido por su contexto social. De este modo, pierde todas las herramientas de apoyo social, como su reconocimiento en un lugar preferente en los funerales y la posibilidad de recibir apoyo por los más allegados.



2. LA PERDIDA NO ES RECONOCIDA:

    Hay procesos de duelo que parece que no tienen derecho a ser llorados. Se dar por hecho que hay determinadas experiencias de pérdida que no van a doler o, por lo menos, que el dolor va durar sólo unos días:

    Duelo por la pérdida de una persona con enfermedad incapacitante grave o en coma.

   Duelo cuando perdemos a un familiar con una edad muy avanzada. Suele haber un proceso de duelo más progresivo, ya que el deterioro o simplemente ser conscientes de la edad que va alcanzando nos suele ir preparando para la pérdida. Aún así, no resulta menos doloroso.

    Duelo por un familiar con el que no había buena relación.

    Duelo por una persona rechazada socialmente. Es el caso de un criminal peligroso, temido o muy mal connotado.

  Duelo por la pérdida de un embarazo (abortos o fallecimientos perinatales). 

    Para los padres, haya nacido o no, o independientemente de los términos legales, era su hijo/a y, como tal, debemos mantener el más absoluto respeto a su forma de llevar el duelo.

    La muerte es tabú en nuestra sociedad, y la pérdida del bebé antes del nacimiento es un duelo desautorizado socialmente: a las personas que sufren no se les valida el dolor. No hay conciencia de vínculo, porque no se ve al hijo.

    Duelo por la pérdida de una mascota. Muchas veces podemos encontrarnos con la situación de que, cuando se nos muere un perro, un gato o cualquier otro animal, es como si el dolor que sentimos no fuese legítimo. Casi como si por no tratarse de una persona no podamos sentir la pérdida de una forma intensa, como si fuera vergonzoso o incorrecto.

    Puede suceder que desde el entorno nos manden mensajes desacreditando nuestras muestras de dolor, ya sea menospreciando la pérdida o incluso ridiculizando la importancia que podamos estar dándole.


3. LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA MUERTE:

    Situaciones en las que el tipo de fallecimiento no es socialmente aceptado

   Si la muerte sobreviene por suicidio, por ejemplo, el duelo se da en unas condiciones especiales. Lo más probable es que, al menos en primera instancia, los seres queridos tengan dificultades para hablar de su dolor.

    Cuando la muerte se da en condiciones violentas; como cuando ocurren cometiendo un crimen.

    Son consecuencia de algún acto de irresponsabilidad. Si, por ejemplo, muere alguien que iba en un coche a extrema velocidad, muchos pensarán que “se lo merecía” o la muerte de una persona que tenía problemas con el consumo de alcohol o de sustancias, sobredosis, enfermedades de transmisión sexual etc.



4. EL DOLIENTE NO ES VALIDADO:

    Este tipo de duelos no autorizados corresponde a los casos en los que no se reconoce la capacidad de sentir en el doliente.

    A veces, la tendencia a proteger a un ser querido del dolor provoca que le quitemos el derecho legítimo a saber lo que les sucede a sus seres queridos, no se habla con ellos de la enfermedad grave de un ser querido o no se les permite participar en el funeral, por temor a que les afecte, sin darles posibilidad de elegir, pero el duelo nos desestabiliza a todos, y con esto les impedimos recibir apoyo al dolor e inestabilidad que esto les provoque.

    Dolientes excluidos:

    Los niños. Se piensa que ellos no entienden qué es la muerte y, por lo tanto, que se consuelan con un simple “se fue a vivir al cielo”. Son muchos los que piensan que los pequeños no sufren un proceso de duelo, cuando a veces este es mucho más difícil que el de los adultos, precisamente por su inmadurez.

   Personas con algún tipo de discapacidad cognitiva. Se asume que su dolor no tiene la misma profundidad que el de otros.

    Las personas mayores, sobre todo las que padecen alguna limitación neurológica.



B. NO RELACIONADOS CON LA MUERTE:

    La pérdida de la salud, la movilidad o la capacidad cognitiva propias o de una persona amada. Es duro y suelen existir grandes resistencias para aceptarlo.

    Respecto a la pérdida de la capacidad por el envejecimiento, la desautorización de este duelo se produce por una falta de respeto de los ritmos, tanto pretendiendo hacer ver las pérdidas de capacidades, recreándonos en lo malo (los hijos les recuerdan todo aquello que no puede hacer y artes sí), como haciendo como si nada, llegando incluso a ocultar información, como cuando, ante la preocupación de sentir la pérdida de capacidades, algunos médicos normalizan al mismo tiempo que niegan opciones de mejora (la haya o no).

    Cuando una persona sufre un accidente y queda en una silla de ruedas o pierde alguna parte de su cuerpo. Muchas veces se la presiona a sentirse agradecida porque está viva y porque podría haber sido mucho peor. Sin embargo, más allá de encontrarse con vida, es lógico que se sienta afectada.

    Duelo por la infertilidad. La infertilidad es una experiencia emocionalmente desafiante, puede desencadenar una serie de emociones abrumadoras, que van desde la tristeza y la frustración hasta la culpa y la vergüenza.

    Cuando una pareja o un individuo lucha por concebir un hijo de manera natural, y la mujer sobre todo, "sufren en silencio unos procesos que son muy duros física y emocionalmente, especialmente la cantidad de duelos por cada intento que no termina con un embarazo y un nacimiento." Es un duelo que a menudo se pasa por alto.



    Duelo de la maternidad-paternidad. Cuando la vida de alguien gira alrededor de lograr su deseo de maternidad-paternidad, les cuesta asumir que no podrán ser padres jamás, salir de esa casilla, y retomar su vida, abrirla a nuevas posibilidades. Además de crear problemas de autoestima, culpa y de desconexión con el propio cuerpo, hay que elaborar un duelo, y trabajar esos sentimientos.

    Sin embargo, en la sociedad, además, no hay consciencia de esa pérdida, ni tiempo o espacios donde expresar los sentimientos. También se puede vivir como una situación de exclusión social, y provocar un sentimiento de aislamiento. Es un duelo que, a menudo, se lleva por dentro y se disimula a nivel externo.

    Para algunas personas supone la pérdida de una vida futura imaginada y un proyecto de vida o de familia

    El duelo de lo que se era antes de ser madres, Extrañar su vida de antes, sentir que ha perdido todo lo que antes era suyo, tus rutinas, actividades, renunciar a ser dueñas de su tiempo y decisiones...

    Las madres sienten una batalla interior, en la que por una parte quieren regresar a ser las mismas de antes, y por otra quieren gozar y aceptar a la persona en la que se han convertido, es algo que le pasa a todas las mujeres.

    Duelo por la pérdida de la primera pareja. Cuando somos jóvenes (o no tanto) podemos sufrir una ruptura de pareja y no sentirnos acompañados en el proceso.

    Socialmente, tendemos a menospreciar el dolor que puede causar la ruptura de pareja en estas etapas de la vida, quitándole importancia y subestimando las consecuencias que esto puede acarrear. Puede ser que lo habitual sea que duren menos, pero la intensidad emocional con la que viven sus relaciones es mayor o igual que en adultos.



   Otros duelos:

    Separación de una pareja

    Pérdida de los hijos de otra persona; la separación de una pareja reconstruida con hijos, con la que se ha creado un vínculo fuerte entre todos.

    La pérdida de una amistad

  La pérdida del empleo, la jubilación o el cambio obligado de carrera profesional (por cualquier circunstancia) también pueden conducir a un duelo silente y angustioso.

    La pérdida de bienes materiales y objetos de valor

    Cambios en los proyectos vitales. Por ejemplo, dejar un trabajo o una mudanza a otra ciudad o país.


Hay tantos duelos prohibidos como estructuras de vínculos afectivos 
no reconocidas y legitimadas por la sociedad.

 
   Todos estos duelos no reconocidos aumentan la probabilidad de desarrollar un duelo patológico puesto que al trauma de la pérdida hay que unir el dolor por el fracaso en encontrar el apoyo social que la persona necesita para superar el proceso al que se enfrenta.

    Suelen recibir minimizaciones sobre su derecho a la tristeza y frases hechas para “quitarle hierro” como:

    “Era ley de vida”, “Ya era muy mayor”... “Una baja laboral para vivir el duelo de un amigo?”... “ Si sólo erais vecinas…” ...“Pero si no estabais casados…”

    “Eres muy joven, ya tendrás otro hijo”, “Sólo era un embrión” “Si venía mal mejor así” “La naturaleza es sabia” (perdida de embarazo)

    “Seguro que te quedas embarazada en la próxima” (tratamiento de fertilidad fallido)

    “Pues más tranquila, así tendrás más tiempo para ti”, o “podrás viajar y hacer lo que quieras”. (duelo de la maternidad)

    “hay más peces en el mar”, “eres muy joven, seguro que encuentras a otra persona”, “la mancha de una mora roja, con una verde se quita” (pérdida de la pareja)

    Son mensajes muy racionales que lejos de ayudar a nuestro sistema emocional lo paralizan, dificultando avanzar en el proceso necesario ante la pérdida, dificultando la libre expresión de la pena, y en muchas ocasiones generan sentimientos de culpa.

Consecuencias del duelo no manifestado


    Los duelos no son opcionales. Se pueden postergar, diferir, congelar, aplazar, negar, elaborarlos a medias... Pero no son evitables.

    Debemos conectar con la pérdida, lo que conlleva una serie de emociones que van cambiando porque el duelo es un proceso en el que se pasa por distintos momentos permitirnos llorar, estar tristes o manifestar los sentimientos que tengamos. 

El dolor es el precio que debemos pagar por el amor.

   Cuando hay duelos no autorizados, también hay mayor probabilidad de que terminen transformándose en duelos patológicos. Si la expresión de sufrimiento está limitada, o anulada, superar el dolor va a ser mucho más difícil y se corre el riesgo de arrastrar problemas hacia el futuro, como drogodependencias, ansiedad, depresión, trastornos de conducta o insomnio.



FUENTES: 1,2,3,4,5

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